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Porque creo que el cine no debería adaptar videojuegos


Soy un tio al que le gusta el arte. No todo, pero me gusta. Me gusta ver alguna exposición de vez en cuando, devoro cómics y libros por igual, miro películas como si fueran drogas y juego a videojuegos. No como el resto de miembros del podcast de 1UP, pero intento tener mis horas de vicio.

Por el primer párrafo podréis haber deducido que opinión tengo de los videojuegos. Últimamente esta imagen del videojuego como arte se ha expandido tanto que parece que toda la vida haya sido así. Personalmente, soy de los que consideran que el comic, el cine y los videojuegos son las mejores formas artísticas. Con eso no quiero desmerecer las otras, no es el objetivo de este artículo.

Óbviamente, esto no es arte.
 Que los videojuegos sean una forma artrística, no implica que todos lo sean

El arte siempre se ha clasificado. En tiempos antiguos, tan antiguos que los llaman presocráticos,  el arte se separaba en artes útiles y artes placenteras. Tiempo después, el filósofo Plutarco introdujo las artes perfectas a esta lista, las ciencias eran un arte. Pero entre todas las clasificaciones, porque hay muchas más, la que a mí me gusta es la que separa el arte en nueve bellas artes (numeradas como siguen en esta lista): la arquitectura, la danza, la escultura, la música, la pintura, la poesía (reconvertida en lirica incluyendo todas las obras escritas), el cine, la fotografía y el cómic.

Las primeras seis artes son herencia de la antigua Grecia. No es hasta el siglo veinte con la aparición del cine, tal como lo conocemos, que se ganó el apelativo de séptimo arte. Más tarde, la fotografía y el cómic se ganaron los puestos ocho y nueve. Y ahora mismo hay una batalla campal en el mundo de las artes útiles y placenteras  por ser el décimo arte, o a mí me gusta verlo así. Entre los contendientes encontramos: la cocina, la moda, la televisión, la animación y los videojuegos.

Mi admiración por los historietistas fue temprana. Siempre pensé que tenía mucho más mérito hacer un cómic que escribir un libro, ya que “también tenías que dibujarlo y a mí se me da muy mal dibujar”. Con los años, mi inocencia ha disminuido al mismo nivel que mi raciocinio ha crecido, pero sigo pensando que a nivel global, no vayamos analizando obra por obra ni comparando obras concretas,  el cómic es un arte más completo porque mezcla la literatura y la pintura. Para que conformarme con la divina comedia de Dante y los cuadros de goya cuando podría tener a ambos en el mismo libro (lo sé, es una desgracia pensar en cosas que nunca pasarán pero que molarían un huevo). Pero entonces llegué a la universidad y me empezaron a hablar del cine, a mostrarme todo lo que hay detrás de lo que vemos en la pantalla, y pensé: el cine es el arte definitivo.

 La creación de los escenarios es tan importante que hay: arquitectura en  la construcción del escenario dónde se graba, danza en el movimiento de la cámara y los actores, esculturas en los actores que interpretan y van vestidos y maquillados, música que puede hacer que una escena se encumbre o se derrumbe, pintura en como condensan todo eso en un lienzo en una pared, y por último hay una lírica que convierte en historia todo el conjunto. Una obra de arte fílmica lleva todo el arte a una pantalla.

Pero el punto culminante de mi viaje al arte llegó cuando empecé a entrar en el mundo de los videojuegos. Y amigos, eso sí que es el arte definitivo. El videojuego hace todo lo que el cine hacía, en digital, y encima le añade algo que el cine nunca podrá conseguir: que tú seas el protagonista. La transformación del sujeto que mira la obra en un sujeto que forma parte de la obra. Algo que se había intentado siempre. Des de los libros de crea tu propia aventura al plano subjetivo del cine pasando por habitaciones con todas las paredes pintadas y las obras de teatro con el público en el centro. Pero, en mi subjetivísima opinión, nadie lo había conseguido como el videojuego.

Las estaciones del metro son igual de liosas que el templo del agua y las hacen arquitectos

Porque no es lo mismo que te cuenten como un militar dispara y mata a sus enemigos que ser tú el que aprieta el gatillo. Porque no es lo mismo que te cuenten que el hombre de la frontera no deja pasar a un hombre honrado que ser tú el que lo hace.  Porque cualquier traición que sufre el protagonista la sufres tú. Y aquí llegamos al quid de este artículo.

Hace unos días entré en la web vida extra y me encontré con un par noticias que despertaron algo en mi cerebro.  Pondría los links, pero no quiero pagarlos. Quejas a Marianico el corto. Las noticias eran sobre adaptaciones a la gran pantalla (frase que  ha quedado en desuso por el tema Internet pero que sigue siendo entendible) de Uncharted y The Last Of Us. Primero pensé: Joder que guay! Con lo bien que me lo pasé jugando y la buena historia que tienen seguro que la peli va ser la ÒSTIA.

Pero como si de un flashback del protagonista en el momento en que se da cuenta de que le han clavado más puñales por la espalda que a Julio Cesar en un buen día, me imaginé en el cine con otras ochenta personas a mí lado todas pensando lo mismo que yo: “Yo hubiese subido por esa pared y hubiese disparado” o “Deberías haber esperado para que ese clicker no te pillara”. Pensé que yo no sería Nathan, ni Joel. Pensé que yo sería un simple espectador. Que yo no tendría ningún poder sobre lo que pasara en la historia. Que me concentrarían 6 horas de juego dónde yo puedo decidir qué pasa, en dos horas en las que estaré sentado con palomitas en vez  de un mando. Y las ganas se me fueron. Porque convertir un videojuego en película es sacarle lo que nos hace estar en tensión durante esas seis horas, lo que hace que quiera volver a jugar: ser Nathan, ser Joel. La película nunca conseguirá que empatice con ellos como cuando FUI ellos.

Por mucho que me deja barba, sin un mando no tendré su vida

Con eso no quiero decir que sea tabú hacerlo. Todo lo que sea expandir universo me parece bien, da igual la forma que sea. Libros, comics, película, incluso iría a ver un musical de GTA si pudiese. Y obviamente iré a ver ambas pelis como fanboy pseudogamer que soy. Pero no será lo mismo. Discutía este tema con el gran analista de cine y videojuegos que es Quique (escuchad sus cinejuego si no estáis de acuerdo) y él decía que son historias que merecen ser contadas en cine.  Tiene razón. Hay gente que no se acercará a una consola, aunque tuviera un logotipo Apple y se viciarán al Candy Crush como millones de personas a League of legends, que tal vez quieran disfrutar de la verdadera continuación de la trilogía de Indiana Jones (Kingdom of the Crystal Skul is a cake). No lo dudo, pero en mis adentros pensé: ¿será la misma historia? ¿Conseguirá que cuando huye Nathan del fuego sienta que mi propia vida está en juego?

 No. Porque si es en el minuto treinta de una película de hora y media con un tio que cobra quinientos mil dólares por salir, no van a matarlo. Y si lo hacen, pese a que me sepa mal, no me va a importar. Yo no voy a tener ninguna oportunidad de salvarlo (o de matarlo) yo no voy a poder hacer nada. Yo no soy arqueólogo buscando una reliquia, soy un hombre con una vida normal que el único fuego que ve es el de los viejos fogones de mi madre cuando hace lentejas.


Ir al cine me convierte en un don nadie, jugar a videojuegos me convierte en un héroe.


2 comentarios:

  1. Bravo.

    Nada más que alegar señoría. Bueno sí, la diferencia de precios, que el cine10€ te dan para 2h (sin palomitas) y un buen juego te da para muuuuchas más (y ya con las rebajas de steam revientas la comparación).

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    Respuestas
    1. Pero en el precio tendriamos que añadr el valor de la experiencia, no es el mismo ver una peli en casa que en el cine, asi como no es lo mismo jugar en un PC antiguo que en un ciber especializado en gaming con un equipo full. :D

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